Parroquia Nuestra Señora del Rosario

EL TEMPLO PARROQUIAL “VIRGEN DEL ROSARIO”

Cuando pases por la puerta del Templo Parroquial “Virgen del Rosario” de Roquetas de Mar, detente y mira, porque lo que verás, no solamente es un edificio religioso con bastantes años de historia, sino también, el proyecto culminado de unos hombres que, con mucha fe y perseverancia, se propusieron conseguir comenzando su construcción entre 1747 y 1750. Por eso, nuestra mirada no solamente debe detenerse en lo monumental y arquitectónico, debemos conocer también la trascendencia de su historia, ya que fue su fe la que los movió para que la primera tarea que se imponen, cuando son número suficiente, es la construcción de un templo para la celebración del culto, algo prioritario para ellos.

Antes de la construcción del templo, los signos religiosos cristianos datan de los años finales del siglo XVI y principios del XVII, con la construcción del castillo de Santa Ana, donde utilizaban una de las dependencias como capilla para el culto religiosos (misas, bautizos, entierros, etc.), en un principio para los soldados del castillo y más tarde para todos aquellos vecinos que iban poblando las zonas colindantes al mismo. Estos vecinos eran, en su mayoría, católicos descendientes de aquellos cristianos viejos, primitivos pobladores, en el siglo XVI, de Felix, Vícar y Enix que, primeramente, solían bajar a pescar al amparo del castillo (ya que la seguridad, por los ataques por mar de los berberiscos les impedían residir permanentemente allí), pero que más tarde se atrevieron a ir construyendo sus viviendas algo más al interior que, al estar un poco retirados de la costa, les garantizaba más seguridad. La capilla del castillo estaba dedicada a Santa Ana, en cuyo honor celebraban procesión y fiestas anuales, estando a cargo del párroco de Vícar, que se desplazaba para la administración de los sacramentos. Se fueron formando grupos de cortijadas, hasta llegar a crearse núcleos más poblados, hasta lo que hoy conocemos como Roquetas de Mar. Años más tarde se formaron los Cortijos de Marín (que tenía una ermita dedicada a San Antonio), y los cortijillos de las Salinas Viejas. Aquí, en la Real Salinas, había una capilla con capellán propio para su asistencia (según consta en la inscripción de un matrimonio celebrado allí y que está reflejado en los libros de Vícar)

SIGLO XVIII

Ya entrado en este siglo es cuando comienza a formarse la población de Roquetas. Movidos por su fe, la primera tarea que se imponen, cuando son número suficiente, es la construcción de un templo para la celebración del culto, ya que para ellos era algo prioritario.

Esto sucede sobre 1742, cuando un grupo de vecinos, encabezados por Juan Gallardo, Antonio y Pedro Gutiérrez, Cristóbal López, Juan de Moya Escobar y Juan Rodríguez, en representación de todos los demás habitantes del lugar, deciden presentarse ante el escribano Juan Jiménez, para exponerle lo insatisfechos que estaban con los servicios religiosos que recibían en la pequeña capilla del castillo de Santa Ana, sobre todo por su capacidad tan reducida. El obispo, fray Gaspar de Molina y Rocha, le acepto su solicitud con una condición, que los vecinos tenían que contribuir con una parte de los gastos, comprometiéndose el obispado en aportar los gastos restantes. El marco en que se produjo esta iniciativa fue el de los últimos años del reinado de Felipe V, en un momento de intranquilidad en la zona, pendientes de una alerta permanente ante el peligro de cualquier agresión de la flota británica, enemiga de España en aquellas fechas.

En un principio acordaron que se tenía que construir en año y medio. Pero pasó ese tiempo acordado y solamente se había terminado la parte correspondiente a lo comprometido por los vecinos. Es decir, en balsa, con los muros inhiestos y sin cubierta. Así se quedó durante diez años.

No hay constancia de quién sería el maestro elegido por el obispado para la traza de dicho templo, acaso fuera Juan Diego Pérez, maestro de albañil, junto con el maestro carpintero Alonso de Campo, que visitaron la zona para su estudio y aprobación. Pero no se conoce la fecha exacta del comienzo de esta. Si se sabe que estaba reinando Fernando VI (1746-1759).

El proyecto era de Ventura Rodríguez. De estilo barroco (el estilo de aquellas fechas), de planta rectangular y de armadura mudéjar. Los materiales muy baratos (mampostería y ladrillo). La planta de cruz latina con crucero, sin naves laterales. Su cúpula interior, de ladrillo. La fachada tenía forma rectangular, prolongada con un triángulo. La puerta principal estaba orientada hacia el Este.

Había otra puerta lateral en la fachada Norte, sobre la cual quedaba el escudo de un obispo (no sabemos si era de D. Claudio Sanz o el de D. Anselmo Rodríguez). En esta fachada se encuentra la torre, que en un principio era muy baja.

Tenía el altar mayor con retablo debajo de la cúpula. Un púlpito al lado del Evangelio, adosado a la pilastra, y un coro encima de la puerta principal. La sacristía y la capilla del Bautismo estaban adosadas al lado Norte. La casa parroquial, con un amplio patio, al Sur. Y al Oeste un cementerio. Los Sacramentos no se permitieron que se colocaran hasta finales de 1772, por temor a que los piratas moriscos, en sus incursiones, cometieran algún exceso. El cementerio estuvo funcionando, quizás, hasta finales de 1832, detrás de la iglesia.

Roquetas no llegó a ser parroquia hasta 1900, año en que el obispo don Santos Zárate concedió que dejara de ser anejo de la parroquia de Vícar, y fuese parroquia propia.

¡En el año 1787 se instaló en Roquetas un cuartel de Caballería de la Costa. Creándose, también, una parroquia castrense, que funcionó hasta 1903. Durante este tiempo, treinta y nueve fueron los sacerdotes encargados de la misma.

Resumiendo: El templo se construye por iniciativa popular, durante el episcopado de fray Gaspar Molina y Rocha, siendo aún rey de España, Felipe V. El edificio se concluyó durante el reinado de Fernando VI o con mayor probabilidad en el reinado de su hermano Carlos III, con quién se produjo la consagración, siendo obispo de Almería, D. Claudio Sanz y Torres.

Los habitantes de Roquetas construyeron el templo a sus propias expensas y con la ayuda de las Fábricas Generales del Obispado de Almería. La construcción representó un paso más para la independencia administrativa y supuso para los roqueteros de aquella época una muestra de unión del pueblo de Roquetas. Además, ayudó a definir la identidad del pueblo frente a Vícar o Felix.

LA AMPLIACIÓN DEL TEMPLO DE ROQUETAS

Estamos en junio de 1777 y ya está Roquetas segregada de Felix. Uno de los puntos a solucionar, prioritariamente, por los nuevos componentes de la corporación municipal fue el de su templo. ¿Qué era lo que sucedía? Que tanto el suelo como parte de los muros y techumbre del templo estaban en estado lamentable, con el consiguiente peligro para los vecinos. El suelo era un terregal que, con los vientos de Roquetas, ocasionaba muchas enfermedades, por no poder respirar en esos días de viento. También exponían que era pequeño y estrecho, y aunque los días festivos se realizaban dos misas, siempre quedaban sin poder asistir a la ceremonia bastantes vecinos, puesto que tenían que quedarse fuera, porque no cabían.

En agosto de 1777, solicitan la reparación de todo lo expuesto, añadiendo que se estudiara la construcción de un nuevo cementerio fuera de la cercanía del templo. Pero como veían que pasado un año no se atendió su petición, en diciembre de 1778 se dirigieron a Don Miguel de Cambronero (Capitán de navío y jefe regidor del puerto de Almería, que desde estas fechas se convertiría en el mecenas de la nueva población de Roquetas, por lo mucho que hizo por el desarrollo de esta. La historia todavía no ha hecho justicia con él, y no le han dado la importancia que este hombre tuvo en la creación de lo que hoy llamamos Roquetas de Mar pero que, en bastantes ocasiones, se interesó por solucionar los problemas que la población de Roquetas estaba sufriendo), el cual se hizo cargo de defender ante las autoridades las peticiones justas que los vecinos presentaban. Lo hizo y, después de muchas vicisitudes y reparos con contratiempos, D. Miguel de Cambronero fue escuchado y atendido, encargando la obra de reforma de la iglesia a Juan Antonio Munar, maestro de arquitectura y discípulo de Ventura Rodríguez, que fue quién puso en práctica el proyecto diseñado por su maestro. La reforma supuso la pavimentación de piedra, ampliar el templo añadiendo un espacio cubierto de cúpula a la cabecera y tres tramos abovedados que formaban los brazos menores de la nueva planta de cruz. Junto a ellos la sacristía y cementerio nuevo. Hay que indicar que, Munar informó la buena predisposición de toda la población de Roquetas colaborando, fundamentalmente, con mano de obra y medios para el transporte por tierra o por mar de los materiales necesarios. Hay que añadir que, en 1781 se comenzaron las obras de ampliación y reparación.

LA ELECCIÓN DEL NOMBRE DE “VIRGEN DEL ROSARIO”, COMO PATRONA DE ROQUETAS.

Fue en reunión habida en el ayuntamiento de Roquetas el día 17 de abril de 1797, siendo alcalde José Pomares cuando la corporación decidió que era el momento de designar un Patrón o Patrona del pueblo. Para ello decidieron poner en una bolsa cerrada los nombres de las distintas advocaciones que veneraban los vecinos del pueblo, y eligieron a un niño que se llamaba Antonio Villanueva para que con su mano inocente sacara de la bolsa un nombre. La papeleta que sacó llevaba el nombre de La Virgen del Rosario.

Presentes en el acto, como testigos de este, estuvieron, aparte de los miembros de la corporación, diferentes vecinos, el párroco y el Predicador Cuaresmal (que en aquellas fechas se encontraba en el pueblo).

ÚLTIMAS MODIFICACIONES DEL TEMPLO

El terremoto de 1804, que sufrió el pueblo, afectó bastante al campanario y algo a su cúpula. Los sucesivos años de este siglo no han dejado mucha información de si fueron alterados algunos de sus componentes. En cambio, si sabemos de los destrozos sufridos, tanto al templo como a las imágenes, durante la Guerra Civil de 1936, aunque el edificio se salvó de su destrucción y, previa reposición de imágenes y ornato continuó albergando la comunidad parroquial para la que había sido construida.

La puerta actual fue pagada por Doña Pepa Padilla en 1922. Después de la Guerra Civil, tuvo que ser restaurada por los daños sufridos durante la misma.

Había un retablo menor y frente a este se encontraba la Virgen del Pilar, que había sido donada por los roqueteros residentes en Orán (Argelia). Otra pieza escultórica que desapareció en el saqueo y quema al comienzo de la Guerra Civil, fue una cruz de piedra que existía en la iglesia encima de la pila del agua bendita en la entrada de la puerta principal.

El retablo del altar mayor anterior a la contienda civil fue quemado en su totalidad. Del retablo antiguo existen pocos datos. De los retablos menores tampoco existen datos. Se dice que el retablo mayor era de estilo barroco, policromado con dos hornacinas a cada lado, a modo de altares pequeños.

La parroquia estuvo sin imagen de la patrona desde 1936 hasta 1940, pero estuvo aún más tiempo sin retablo mayor, desde 1936 hasta 1957.

El INC (Instituto Nacional de Colonización) realizó el proyecto de la Ampliación de Roquetas de Mar en 1954. Jesús de Perceval diseñó en 1957 para la iglesia de la Virgen del Rosario un retablo sobre Escenas de la Virgen formado por siete cuadros al óleo: Anunciación, Visitación, Presentación en el templo, Nacimiento, Asunción, Sagrada Familia y Huida a Egipto. Hace unos años el ayuntamiento encargó una vidriera circular, situada en el coro de la fachada principal, según un boceto realizado por Perceval. Es la única obra realizada por este pintor en las iglesias de los pueblos de colonización. Ya en la segunda mitad del siglo XX llegó una severa restauración que alteró radicalmente la imagen exterior del templo. Pero el mejor trabajo de restauración del templo parroquial de Roquetas sean las siete tablas de tema mariano que Jesús de Perceval compuso para el altar mayor en 1957.

Concluyo diciendo que, sin embargo, después de ser tratado tan severamente por los diferentes arquitectos del siglo XX, ha logrado conservar los rasgos esenciales que logró reunir en el siglo XVIII, cuando aquellos vecinos de cortijos se empeñaron en acometer su construcción, sin ser conscientes de que dotarían a la futura población de uno de sus edificios más emblemáticos.